Yo no soy escritor de profesión, pero he dedicado un poco de mi tiempo a escribir porque siento que cuando lo hago, es porque de esta forma me ayudo a aclarar mi mente. Se dice que tenemos 60 mil pensamiento por día y quizá al hablar es como que bajamos la velocidad y nos podemos dar cuenta de algo que sucede tan rápido. Igualmente al escribir lo hacemos un poco mas lento que al hablar y es algo así como tomar una fotografía a algo que esta en movimiento,
A medida que pasan los años tomo mas consciencia de lo hermoso que es estar vivo y procuro algo así como fotografiar un instante de ella como deteniendo el tiempo o deteniendo un poco la vida.
Mi madre acaba de fallecer ayer en la madrugada, no quiero escribir ahora acerca de la tristeza o el dolor de la separación sino acerca de un titulo que lei mientras espero el avión que me llevara a ver a mi padre y a mi hermana. “No quiero envejecer” decía el titulo del libro de Pilar Sordo. Aunque no he leído el libro, en su portada menciona que esta es la constante de la investigación que estuvo detrás de la realizaron del libro. Muchas veces escuche a mi madre decir, “que feo que es llegar a viejo” y yo también lo aprendi a repetir algunas veces, pero en este momento pienso que absolutamente todos los seres que nos rodean en la vida están allí para formar parte de nuestro universo e invitarnos a aprender de ellos alguna lección en nuestro paso temporal por este plano.
Respeto profundamente tu derecho a creen algo distinto ya que debido a mi formación en en Teología Cristiana comprendo que el tema de la re-encarnación no es ni católica ni cristiana. Pero te pido, mi querido lector, que por un momento, sueltes las creencia y observes lo que ves a tu alrededor y veas como la vida se nos presenta. La vida y la muerte son un misterio que nadie ha logrado dar una respuesta final. Sólo tenemos relatos, historias y explicaciones que nos dan cierto sentido, los cuales hemos escuchado desde que hicimos nuestras primeras preguntas a los adultos. Esas historias que recibimos también fueron aprendidas, ya sean agnósticas, ateas, cristianas, induistas, budistas, etc. Incluso, si yo te digo algo, también será una historia o cuento que para mi tendrá algún sentido. Lo que si podemos afirmar todos por igual, es que envejecemos y aunque se dice que han existido algunos “gurus” cuyos cuerpos no se corrompieron, hasta donde yo he podido comprobar, todos los seres humanos envejecemos y morimos. Estamos regidos por nuestra biología y limitados por ella. Es cierto que podemos acelerar o retrasar el reloj biológico pero nunca hemos logrado evitar la muerte.
No es mi propósito detenerme a explicar las distintas historias y doctrinas que existen acerca de lo que ocurre cuando morimos, sino expresar algo que nos sirva para vivir aquí con esta realidad de que envejecemos y la consciencia de que también moriremos.
Creo que, sin importar la edad, todos llevamos una forma de pensar acerca de la vejez y la muerte, y esta forma de pensar determinara como vivimos nuestro ‘Hoy” o nuestro presente. Todos llevamos un niño hasta que morimos, así también llevamos un adulto y un anciano.
Si aprendiéramos a vivir con los tres, nos sería mas fácil aceptar lo que nos ocurre. Tengo la impresión de que quienes se resisten a esto no se están dando cuenta de que no se trata de creer o dejar de creer en un paraíso, sino de ver y observar sin prejuicios o conceptos aquello que nos rodea y forma parte de lo ‘facto” o de la ‘facticidad’ de la vida,
No somos los mismos todo el tiempo y no es que vivimos la vida, sino que la vida nos vive a nosotros, ella corre en nuestra existencia mientras este cuerpo dura lo que dura y esta vuelve a su origen. Cuando desaparecemos y volvemos a la madre tierra no podemos decir que la vida también desaparece, de la misma manera que no podemos decir que el inmenso océano desaparece porque vemos una ola volver a el. Nuestra existencia es como una ola que dura el tiempo que dura o como una nube que se forma y desaparece, pero el misterio de quienes somos está mas allá de lo que podemos ver o juzgar. Para mi el sentir y experimentar a través de la contemplación y meditación que soy la manifestación de un misterio y tengo su misma naturaleza me ha servido para aceptar la temporalidad de lo que me rodea. Mi cuerpo sigue aferrándose a la vida y en su naturaleza procurara evitar siempre el dolor porque esa es su maravilla, pero al mismo tiempo experimento paz frente al paso del tiempo y disfruto al notar los cambios que van ocurriendo tanto en mi como en lo que me rodea.
El envejecimiento y la muerte ya no son aquellos enemigos contra quienes luchar imaginando que deberían desaparecer del universo algún día, tampoco es que la invito a a llegar mas pronto porque se que estoy experimentando un proceso material que lo gobiernan leyes inmutables. Veo el envejecimiento y la muerte como procesos que inevitablemente están presentes desde el mismo momento que nacemos. Los veo como maestros que me enseñan sobre la tristeza, la ansiedad, el miedo, el llanto, el consuelo, la calma, la paz, el amor, Dios y todo lo que en verdad tiene algún valor permanente en mi vida. Son maestros tan eficientes que cuando estoy confundido y no se que camino seguir, el solo recordarlos me iluminan para re – alinear mi brújula personal y me dan fuerzas para tomar el camino mas sabio.
Hoy que escribo esto, lo primero que escribo después de la partida de mi madre, mi amor y todo lo que siento por ella esta en aumento y puedo afirmar que estoy en paz con la vida, que acepto lo que me ocurre, aunque esto venga con dolor, tristeza y lagrimas, Se que también dejaré algún día este lugar y quizá seré un recuerdo en alguien, pero también desapareceré para continuar con la vida misma. Siento una eternidad en mi, que es la misma del Cosmos y de todo lo que se conoce y desconoce. No se si las cosas son así, solo se que me sirven y anhelo que también le sirvan a otros. Estoy aprendiendo a vivir con la incertidumbre de tener más preguntas que respuestas.
Gracias por estar allí en mi universo.
Con respeto y afecto,
Horacio